El día miércoles 22 de abril, Andrés Manuel López Obrador hizo oficial su plan general para enfrentar la crisis económica originada por el coronavirus. A decir verdad, no fue nada diferente que no hubiera anunciado antes en su informe el 5 de abril.
Hasta hoy, no he visto a nadie que niegue la necesidad de dar un golpe de timón en la política económica. Situaciones extraordinarias requieren medidas extraordinarias. Economistas, politólogas, abogadas, financieras, sociólogas, antropólogas, de todas las profesiones y de diferentes ideologías coinciden y entienden que es necesario implementar una política contracíclica en estos momentos. Todas y todos, menos el presidente de la república.
No entiende que no entiende. Cuando todos te contradicen, cuando todos piensan diferente a ti, cuando todos te dicen que estás mal, lo más probable es que tu seas el que está equivocado. Este es el caso del presidente, quien se ha autodenominado necio, terco, obcecado, perseverante, considerando estos adjetivos como cualidades. Y probablemente lo sea en algunas situaciones, pero no en todas. En este caso, a esos adjetivos, deberíamos de sumar el de ciego, pues no ve una realidad que cada vez está golpeando más duro a cientos de miles de mexicanos.
La propia STPS informó que, del 13 de marzo al 6 de abril de 2020, hace 16 días, se habían perdido 346 mil empleos formales. Para poner este dato en comparación, hay que mencionar que el promedio de últimos años en creación de empleo formal en México es de 400 mil cada año y en
todo 2019 se crearon 342 mil. Ahora, si consideramos que el sector informal perdió la misma proporción derivado de la crisis que atravesamos, tendríamos que sumar cerca de otros 404 mil empleos informales. Es decir, 750 mil empleos perdidos en menos de un mes.
Este es uno de varios indicadores que apuntan hacia dónde vamos: una caída histórica en la actividad económica.
El plan económico del presidente consiste, básicamente, en reforzar sus programas y obras prioritarias. Si antes teníamos dudas sobre sus planes y su posible impacto en la actividad económica, hoy está claro: no será suficiente. Es un curita para la hemorragia, como lo denominó Carlos Urzua, ex secretario de Hacienda de AMLO. Un mejoralito para el Covid 19.
Y será insuficiente porque miente al afirmar que su plan va dirigido a los más pobres y cubrirá al 70% de las familias mexicanas. De acuerdo con OXFAM, de los 52.4 millones de personas en situación de pobreza, 36 millones, el 60%, no cumplen los requisitos para ser beneficiarios de algún programa prioritario.
No solo eso, otra mentira que dicen constantemente es que este gobierno invierte en los pobres como nunca. Máximo Jaramillo escribió acerca de eso en su texto “¿Una nueva política social?: Cambios y continuidades en los programas sociales de la 4T”. Explica que el monto invertido en programas sociales en 2019 fue menor que el último año de gobierno de Calderón y menor que los primeros 4 años del gobierno de Peña Nieto. Además, los funcionarios de la presente administración argumentan que todos sus programas llegan a 21 millones de personas del campo y la ciudad, mientras que solo PROSPERA, programa eliminado durante este gobierno, llegaba a casi 30 millones de personas.
También es contradictorio que, mientras el presidente no ha querido endeudarse para financiar medidas emergentes, sí ofrece créditos para “ayudar” a las pequeñas empresas, es decir que ellas se endeuden. Otra incongruencia es que, desde la cúpula del gobierno, se les pide a empresarios que nos despidan a sus trabajadores, mientras que en la administración pública se despidieron a cerca de 120 mil personas en 2019. Este exhorto no es malo, pero no tienen la autoridad moral para hacerlo.
El presidente, al igual que sus antecesores, le preocupa más su proyecto político que las vidas de miles de mexicanos. Las medidas del presidente son criminales. Su plan solo profundizará la caída y, como siempre, los más afectados serán los más pobres.
Ilusamente pensé que AMLO escucharía a su gabinete económico. No sé si no dijeron nada o no les hicieron caso. Pero, así como ha mencionado repetidas veces que la crisis de salud la dejamos en manos de científicos, porque ellos son los que saben, debería dejar la economía en manos de los expertos. Sus decisiones, literalmente, nos están llevando al despeñadero.
Twitter: @ovalle_omar