Pico y placa: Esta medida que por años ha resultado ajena a la mayoría de ciudades del país y utilizada sólo en algunas de las capitales más grandes está a punto de convertirse en una de las principales estrategias de movilidad a nivel nacional. La guerra contra el carro particular 2.0 amenaza con llegar, gracias al actual Gobierno de Gustavo Petro, el cual, pretende extrapolar el desprestigiado Pico y placa de Bogotá a todas las principales ciudades del país. Veamos qué tiene de bueno, de malo, de bonito y de feo la nueva apuesta del Gobierno Nacional

En los últimos días en el marco de las negociaciones entre el Gobierno de Gustavo Petro y algunos gremios de taxistas del país, el Ministro de Transporte William Camargo propuso una serie de medidas que no tardaron en generar polémica, entre ellas, implementar el pico y placa a los vehículos particulares en las principales ciudades del país, además de colocar sobre la mesa la posibilidad de incrementar los impuestos a los propietarios de vehículos particulares.

Lo bueno de la propuesta: Casi nada. Lo cierto es que el mejor ejemplo de la poca eficacia de medidas como el Pico y placa para contribuir al mejoramiento de la movilidad y al cuidado del medio ambiente, lamentablemente, es Bogotá. A casi 4 años del gobierno de Claudia López y de su cuestionado pico y placa permanente, no se han evidenciado cambios significativos en la regulación del tránsito y en la reducción de los índices de contaminación del aire por emisiones de material particulado. De acuerdo con la Secretaria Distrital de Ambiente, la ciudad produce 20 toneladas diarias de material particulado1, por lo que, a inicios de este año se declaró Alerta en Fase 1 por la calidad del aire en la capital. Lo más preocupante de ésta situación es que la participación del carro particular en los índices de contaminación del aire no es la más preponderante, razón por la cual se puede concluir que se ha dado en enfoque equivocado a la atención de ésta problemática ambiental, pues a pesar que la actual administración amplió el horario de restricción para los vehículos particulares en días hábiles desde las 6:00a.m. hasta las 09:00p.m., de acuerdo con el número de placa y amplio la restricción a los nueve corredores de ingreso a Bogotá los días de retorno en puentes festivos, realizando una distribución de la entrada entre placas pares e impares después de las 12 del mediodía, lo cierto es que poco ha influido esta medida en la mejora de la calidad del aire. Pero si de rescatar algo bueno se trata, sólo se encontrarán beneficios para las arcas del Distrito, pues la Administración Distrital con la implementación del “Pico y Placa Solidario”, ha recaudado millonarias sumas de dinero. Para el mes de enero del año 2023, se tramitaron aproximadamente 109.630 permiso para utilizar la medida de pico y placa y el Distrito recaudo, del 1 al 25 de enero, la impresionante suma de 25 mil millones de pesos2. Es preocupante la poca auditoría que existe sobre estos recursos, que según la reglamentación, están destinados al mejoramiento del transporte público, sin embargo, esa plata no se ve.

Lo malo: Como se acaba de ver, del Pico y Placa casi nada es bueno o mejor, todo es malo. En ciudades como Bogotá, lo peor en medio de todo lo malo, es que la medida puede ser inoponible para unos pocos, dependiendo de cuánto puedan pagar. El Pico y Placa Solidario no sólo es una afrenta contra el derecho a la igualdad y el derecho de todos los ciudadanos a usar las vías públicas, sino que además es una medida perversa, que privilegia la capacidad económica de unos cuantos, quienes, siempre que puedan pagar, podrán transitar sin ningún tipo de restricción. Entonces, la pregunta que surge al respecto es ¿Qué pretenden las Administraciones Públicas a través de las mencionadas medidas?

¿Mejorar la movilidad vial y disminuir los índices de contaminación ambiental o simplemente se trata de una buena una excusa para llenar las Arcas Públicas de recursos sobre los que poco o nada se pone la lupa? ¿Agravar aún más la precaria situación económica del colombiano promedio obligándolo a pagar impuestos cada vez más onerosos que no necesariamente se destinan al mejoramiento de las vías y que a pesar de no usar su vehículo tiene que pagar sin preguntar? ¿Obtener el beneplácito del gremio de los taxistas?. Sin duda, todo lo que rodea el pico y placa va más allá de lo malo, hasta rozar con lo perverso.

Lo bonito: En la actualidad el artículo 119 del Código Nacional de Tránsito establece que sólo las autoridades de tránsito, dentro del territorio de su jurisdicción, podrán limitar o restringir el tránsito de vehículos por determinadas vías o espacios públicos, razón por la cual el Gobierno Nacional carece de competencia para establecer Pico y Placa en las entidades territoriales, por lo que estará en manos del Congreso de la República decidir si conserva ésta facultad en los entes territoriales, como expresión de su autonomía o si dejará huérfanos a los Alcaldes y Gobernadores de esta competencia y se la entregará al Gobierno Nacional para que replique en todo el territorio el pico y placa solidario, que de solidario tiene muy poco.

Lo feo: William Camargo, actual Ministro de Transporte considera que así es como funciona la movilidad en el mundo, sin embargo, olvida que lo más feo de esta clase de propuestas es, por llamarlo de alguna manera, la deuda histórica del país con el transporte público, que en Colombia está muy, pero muy lejos de parecerse al de un país desarrollado. Mientras aún se debate si habrá Metro elevado o Metro subterráneo, en ciudades como Bogotá el sistema de transporte público es incipiente, en otras ciudades, inexistente. Por tanto, la invitación para el señor Ministro de Transporte es que antes de pensar en empezar a restringir libertades a los colombianos, se preocupe un poco más por mejorar las condiciones del servicio público de transporte, porque sí, es un servicio público y está a cargo del Estado. La invitación es a revisar las tarifas del transporte público versus la calidad y oportunidad con la que se presta el servicio. A reconocer que para exigir, primero hay que dar. Y en este caso, lo que claman los ciudadanos son medios de transporte públicos de calidad y no sólo al interior de los centros urbanos, sino también intermunicipales y por qué no, nacionales. Hasta ahora, parece que el Gobierno Nacional descartó el tren eléctrico por el pico y placa 2.0.

Por último, Ministro, lo invitamos a predicar con el ejemplo y a ponerse en los zapatos de los colombianos, el Gobierno del Cambio no puede estar del lado de los intereses de gremios que se han beneficiado por años de las pésimas condiciones del transporte público y a los próximos mandatarios a que no permitan que se les continúen restringiendo sus competencias, cada ente territorial debe seguir siendo autónomo en el manejo de éstos y muchos otros asuntos.