CIUDAD DE MÉXICO, 17 oct (Reuters) – La espectacular caída en desgracia del anterior jefe del Ejército mexicano ha planteado preguntas incómodas sobre la dependencia del presidente de los militares para luchar contra las bandas de narcotraficantes y administrar una cartera cada vez mayor de infraestructura civil vital.

El arresto el jueves del exsecretario de Defensa Salvador Cienfuegos en Estados Unidos en el aeropuerto de Los Ángeles bajos cargos de narcotráfico sacudió a la política y avergonzó a una institución que alguna vez fue muy confiable.

La detención amenaza con dañar las relaciones del Gobierno con los militares que, desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador asumió el poder en diciembre de 2018, han tomado la tarea no solo de reducir la violencia sino de administrar puertos e incluso construir un aeropuerto.

“Ha puesto todo su capital político en hacer que su proyecto político funcione a través de las fuerzas armadas”, dijo Falko Ernst, analista senior del International Crisis Group. “Si se aleja de eso, no hay nadie más a quien recurrir en este momento. No le quedan muchas otras opciones”, agregó.

López Obrador respondió al arresto de Cienfuegos comprometiéndose a erradicar la corrupción militar, una promesa que no termina de cuadrar con la confianza que previamente había depositado en los generales de México.

Ahora, los mismos líderes del Ejército con los que el presidente está contando para pacificar a México después de años de violencia de cárteles podrían terminar marginados de los principales nombramientos de seguridad civil, dicen funcionarios.

Antes de la detención de Cienfuegos, crecía la especulación de que López Obrador nombraría a un general para reemplazar al secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, quien ha señalado su intención de postularse para gobernar el estado norteño Sonora en 2021.